lunes, 29 de noviembre de 2010

Huecos blancos

Noviembre decide -casi- despedirse con un poco de nieve. Y pensar que los cuatro copos que han caído no pueden ser más que un triste recuerdo de aquella primera jaula abandonada. Era otro mes, otro día, otros tiempos. La nieve era feliz, ahora también, pero ese color blanquecino también tiene un sabor amargo. Se desliza otro de los meses que sonaban bien, pero nunca nada sale como estaba previsto, es más, ni siquiera había nada previsto. La cuestión es que ya no hay tantas señales, eso sí ha cambiado. Para bien o para mal. No sé. Las ganas de hacerlo bien, la certeza de hacerlo mal. Noviembre. Noviembre de frío. Me hace sentir vivo. Y en pocos días, más vivo aún.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Crónica de un gris claro.

Será que le tengo miedo, respeto más bien. El gris siempre me ha causado una sensación de vacío. No es como el negro, pero sí es cierto que tiene pinceladas de él. Y para colmo llueve. Huele a ciudad mojada, aquel olor de antaño. Aromas de los posos que un día dejé enterrados, que creí borrar, pero es que hay ocasiones en que incluso el corcho sabe flotar. Y probablemente sea que cualquier ciudad me produzca nostalgia, que el simple hecho de ver asfalto me recuerde a.. algo. O quizás, y casi ciertamente, sea que mi mirada es nostálgica sin más. Y puede que sea el frío, que se me cala en los huesos y acaba llegando más adentro, mucho más. Y sin embargo, no hay brasero bajo el que calentarse. Sólo ascuas. Ascuas y las ganas de cosas que no llegan, las ganas de un cien por cien. Que estar al 75% no es bueno, y mucho menos, cuando ese porcentaje es aún menor.

lunes, 15 de noviembre de 2010

En el medio del inicio, o viceversa.

Será que es otoño. Quizás es porque los domingos ahora desaparecen y existe una segunda oportunidad para poner boca abajo las cosas. O que se acerca el invierno. Y probablemente sea que no sé lo que es. Las dudas siguen como han estado siempre, igual que todo dentro, muy dentro. Es curioso cuando sientes que todo a tu alrededor no hace más que dar giros de 360º, centrifugando todo lo que fuiste, eres y serás. Y sin embargo, dentro, otra vez muy dentro, sigue todo intacto, en el mismo estado. Joder, será que la piel me sobra. Alguien decía que había que cambiarla, lo intenté y lo sigo intentando, aún así ser serpiente no fue lo mío y la lengua viperina me la guardo para otras ocasiones. Qué difícil cuando te da por escribir cosas que no tienen ningun tipo de sentido, cuando "no tenen ni cap ni peus" que dirían en aquella tierra que dejé abandonada un día. Aunque a estas alturas de lo que soy, puedo afirmar que siempre me ha costado más escribir algo que tenga sentido. Me gustan los sin sentidos, o quizás no.

A estas alturas de estas no sé cuantas palabras con sus espacios incluidos, no sé como concluir la historia. ¿Sabes? Me la sudan, vulgarmente, las introducciones, desarrollos y desenlaces. Eso lo dejo para quien tenga claro lo que escribe, mejor dicho, para quien tenga claro a secas. Yo nunca tengo nada claro, así que las estructuras no son para mí. Las dejo y así, sin más, con dos puntos suspensivos y un “me odio un poco” finalizo el principio de esto que será algo nuevo..